miércoles, 12 de febrero de 2025

Cuadro milguoquiense

 

Cuadro milguoquiense


    Esta canción contiene una melodía que yo escuché cuando era pequeño. En aquella sierra del norte de Madrid sentí la nieve por primera vez en mi cuerpo. Y sin embargo, el recuerdo es cálido: mi abuelo y mi abuela; mi padre y mi madre; mi hermano y yo. Una familia de fuego, de amor. Una unión flamígera que derretía el gélido olvido, y se hizo un hueco lleno de significado en mi memoria. Como si en la sima vacía del espacio exterior las dimensiones se distorsionaran por la fuerza de mi familia, y venciera las tensiones inefables de la nada para que surgiera un todo. Eso fue más poderoso que la gran explosión.

    Ahora, de nuevo, como siempre antes, miro el paisaje por la ventana de mi apartamento en Milwaukee («Milguoqui» se pronuncia por lo oído). Y nieve otra vez. Pero ya la nieve es una amiga. Morir de frío no me espanta, porque he conocido el calor infinito del amor, que abrasa incluso los umbrales entre la vida y la muerte, entre los recuerdos y los olvidos, quemando los segundos y dando vía libre a los primeros. De esa forma, la vida continúa y los recuerdos aumentan, uniéndose a la improvisación de esta banda musical que son nuestras vidas.

    Finalmente, los árboles han recogido la nieve siguiendo patrones irregulares, imposibles de comprehender en una función matemática. Con todo, los montoncillos de nieve han formado grupos como de notas en la partitura de los árboles. Esa melodía que inscriben las nubes en las ramas es la melodía de mi vida y la de esa canción. ¿Quién compuso esa canción? Quiero darle las gracias.


Óscar Santos Pradana

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