La
oración más lúcida
"¿Alcohol? Los
que beben y se emborrachan están perdidos en la vida".
Eso es lo que solía pensar Distigísmeno. Desde joven se crió en una familia
cristiana. Sus padres le transmitieron con paciente cariño cómo amar a Jesús y
seguir el camino de la santidad. Aprendió bien los mandamientos. Quizá
demasiado bien.
Sus amigos no habían ido nunca de botellón y cuando se reunía con ellos a
veces salía el tema. "Pobrecillos... beben porque son infelices..."
Distigísmeno no los odiaba pero le daban pena de verdad.
Un día su amigo Félix empezó a beber y poco a poco fue separándose del
grupo. El tiempo y su época juvenil iban pasando y Distigísmeno creció
resentido ante la realidad del alcohol y los botellones. Puede que gracias a
ello, sacara adelante sus estudios con una mente brillante y encontrase un
trabajo excelente.
Se fue haciendo mayor sintiendo esa soledad que comenzó a perseguirle desde
la juventud, pero hasta entonces no había querido enfrentarse con ese vacío. Ya
con bastantes años, observaba por la calle de su vivienda cómo muchas noches
jóvenes y adolescentes iban con blancas bolsas bien provistas. "Ya van
al botellón estos muchachos..." Y como si estuviese iniciando un
proceso de conversión, se dedicó a fijarse en sus caras, en sus risotadas y en
la diversión de que aquellos jovenzuelos disfrutaban juntos.
Una buena noche, con la cabeza apoyada en la mano, pensó: "Parecen
felices, y yo, con todo, les miro y siento... siento... ¿envidia? ¡No! Yo tengo
a Dios. ¡Ellos no tienen nada!" Y se fue a dormir.
Al día siguiente se levantó más calmado. Continuaba pensando en ello, así
que quiso despejarse visitando su colegio. A través de la verja contemplaba la
vitalidad de los jóvenes jugando al fútbol y, ¡quién lo diría! Se encontró con
Félix y hablaron largo rato. Previendo que la conversación iba a prolongarse,
fueron a un bar a charlar.
-¿Sabes, Félix? Creo que he perdido mi juventud sin disfrutar cuando me
tocaba. Ahora ya es tarde.
-¿Cómo que tu juventud perdida? ¿De qué narices hablas? Todos admirábamos
tu inteligencia y tu constancia en el estudio. ¡Sacabas notas increíbles! ¿No
recuerdas? Además, no todo era bonito en el mundillo en el que uno se suele
meter a esas edades. Pero por otro lado, sí querría haber disfrutado junto a ti
con una copa en la mano, como ahora.
-Cierto, pero ya no es lo mismo.
-Nunca es tarde para ser feliz, viejo amigo. Parece que no seas cristiano.
¿Qué hay de la felicidad del santo?
-Sí que soy cristiano, y tampoco es que sea infeliz, pero en parte siento
un hueco en mi interior -hubo un rato de silencio en que asimilaron las
palabras del otro-. Félix, ¿seguiste siendo cristiano?
-Siempre.
Distigísmeno disfrutó con Félix como nunca. Se rieron, recordaron aventuras
de cuando eran pequeños y quedaron para verse más a menudo. Y aunque antes no
lo hubiera reconocido, el alcohol aligeró sus risas y le encantó.
Por la noche, rezó con Dios. Fue la oración más lúcida que tuvo en su vida.
Óscar Santos Pradana
Después de haber estado leyendo y releyendo esta historia,sobretodo los últimos párrafos,he llegado a la conclusión de que no entiendo del todo el transfondo y el mensaje que quiere transmitir esta bonita historia.Parece que el protagonista,cuyo nombre me parece muy original,siente envidia de las personas que beben y se emborrachan, pero se da cuenta de que él tiene algo mejor: a Dios.A lo mejor estos sentimientos tan bien plasmados pueden ser fruto de una vivencia personal, aunque dudo que así sea.Aún así, me identifico un poco con el personaje y me gusta cómo han sido descritos sus sentimientos, aunque me encantaría recibir una respuesta a mi pregunta sobre el mensaje final.Me parece ideal que invierta su tiempo en estas cosas. Gracias,un saludo.
ResponderEliminar¡Gracias por el comentario! Ante todo, para entender cualquier relato, hay que tener presente que en general se cuentan historias que hablan del ser humano, muchas veces sin entrar a enjuiciar si una postura está bien o mal. Mi intención al escribir esta historia no es ni prestigiar la vida de un personaje ni otra. Lo que busco es hablar de estos dos personajes y de cómo han vivido sus vidas y qué han sentido, experiencias que se dan mucho en algunos de nuestros conocidos y amigos.
EliminarComo conclusión, el mensaje final es este: antes que poner en tela de juicio la vida de una persona, es preferible entenderla y aprender lo que se pueda, que seguro que es mucho. En definitiva, querer al prójimo.
¡Un saludo!